lunes, 6 de mayo de 2013

IMAGINANDO BUSTOS


Que palabra “busto”, que gran palabra de la lengua castellana. Talvez sólo comparable con “pajita”, a la  que todos nos la sabemos y sin embargo la mirada tierna de la chica detrás de la barra nos inhibe pronunciarla y sonrojados ponemos cara de ventanita de telo sin cochera antes de decir: “sorvette”. Es pajita, no sorvette, tanto como es “teta” o “goma” y de ninguna manera es “busto”.
Que cosa que gran parte de la población sueñe con bustos. Al que interpreta la vida más casualmente una teta se le hace “insacable” de su cabeza si le gustó, y al que toma la vida más como una situación eterna y sólo justificable en el poder acumulado, no deja tampoco de soñar con un busto, pero no con cualquier busto sino justamente con “su” busto.
“Trascender” es probablemente otro verbo a analizar en esta semana de reflexiones acerca del futuro.
“Si supiera que mañana se acabaría el mundo, yo , hoy todavía, plantaría un árbol”. Dulce. Dulce muy dulce lo decía Martin L. King. A mí cuando el villano se vuelve héroe siempre me da dudas, me da sospechas, me da miedo que la idea revolucionaria haya sido readecuada eficientemente por el sistema y de esa forma plasmada en una cara a la que se buscará poner más linda todavía con historias y leyendas bonitas. La razón es más que clara, lo que ahora vende es esto, vamos para este lado, dejemos vivir felices a las masas y que sus “triunfos” se festejen, total…el negocio ya se armó para este otro lado y parece que va a rendir más todavía.
Pero bueno, será motivo de otro post. Lo importante es el árbol, y para qué el señor King plantaría ese árbol?.
¿Lo hubiese hecho para que se acabe el asma en el mundo o se habrá imaginado otra teta, digo, perdón, otro busto?
Un florido busto que si por las dudas no se acababa el mundo hubiese sido debidamente emplacado como corresponde en mármol y con cerca de hierro forjado formalmente expuesto como obra “trascendental”.
Y ahí vamos y trascendemos con el pobre roble, y digo roble porque un sauce no hubiese plantado uno con pinta de la NBA.
No sé, que no se haga literal el texto, que no se tome más que como una fábula del hombre, el fin del mundo, la pala y un árbol, que yo no sé si seré muy mala persona o qué, pero en la última actividad que me veo en un caso de final así inminente es haciendo un pozo.
Para cerrar este desvío, obligado estoy a decir, que no he leído ni siquiera la biografía de este hombre en Wikipedia y ya lo estoy criticando, jaja, sorry amigo Martin. Todo bien con you brother…
Digo desvío porque me estaba yendo, la idea era hablar de ese espíritu de trascendencia que en mayor o menor medida todos tenemos. Quizás los objetivos son diferentes, algunos dicen que su herencia será el legado que dejen a sus hijos, otros prefieren una fundación con su nombre para que hasta los bisnietos se enteren que era buenito el viejo de la foto del living.
La trascendencia entonces es eso, dejar de alguna forma perdurable en el tiempo algún mensaje, figura, obra o concepto que indefectiblemente te mantenga vivo cuando ya no vayas a los asados y los ángeles te inviten a sus peñas.
Lo pensaba hoy, cuando buscaba algún otro concepto sobre el que indagar, y que al igual que la idea del “miedo” expuesta en “Este mediodía le robé a Rita Lee” o la del “pasar” como imagen presente desatendida e invalorada de “Homenaje al pasar”, pudiera aportar algo más en unos días que “futurologiantemente “ me vengo gastando.
No lo veo en si como un concepto negativo, creo si que de alguna forma lo llevamos, o mejor, lo llevo. Seguramente deberé observar detenidamente en que forma el “diablo” me tienta con trascender.
Probablemente el ejecutar sin hacer ruido es la mejor forma de trascender, como muchas veces los callados, en un inteligente silencio, se acaban llevando el busto a su casa.