lunes, 24 de junio de 2013

BRASIL AO VIVO

A veces me sorprendo y me da ganas de escribir, ya no me debería sorprender más y listo. Sería más inteligente, pero como junto a mi poca inteligencia soy propietario también de una cuota elevada de tozudez ahí van algunas consideraciones realmente fáciles por lo cual mis sinceras disculpas a quien se tome el trabajo de leer semejante perogrullada.
En estos días parece que los gurúes de nuestra economía se dieron cuenta que Brasil escondía algunas cuantas cosas más que su quinto o sexto puesto en la economía global. Todo indicaría entonces que en teoría deberíamos estar a salvo en los próximos meses de tener que escuchar cosas del tipo:  “Miremos a los países de la región que crecen sin inflación”,  “son la quinta economía y nosotros aislados del mundo” o cosa por el estilo. Aparentemente los reclamos generalizados en la tierra del “futebol”, tal vez ahora menos futebol que antes pues ni el mundial están queriendo en este momento, deberían calmar esa manía por ponernos de ejemplo a los vecinos. Las masivas protestas que vimos en Chile el año pasado no habían logrado que depongan su actitud en ese sentido, esperemos que ahora sí, viniendo de la gran economía sudamericana, el mensaje sea más claro y la cara nuestros expertos en economía regional no les dé más para seguir mintiéndonos tanto.
La lista de ejemplos con los cuales podría argumentar la inconsistencia del análisis de nuestros sabelotodo al intentar convencernos que Brasil es el país a imitar es enorme, tan grande y simple como el abismo que existe entre crecimiento y desarrollo. Cualquier persona bien intencionada que dedique una hora de lectura a cualquier libro de economía básica comprenderá que un país no solamente puede ser juzgado a partir de fríos números como el de su PBI, el monto de sus exportaciones o la cantidad de dinero que le llega cada año desde el exterior. Saber cómo reparte su riqueza, cuáles son los bienes o servicios que vende al mundo, o con qué propósito los capitales los visitan tiene una importancia relevante, por lo cual, si bien uno puede entender al que repite como loro en los asados lo que escucha en la tele, se hace por cierto bastante más difícil creer que el discurso nacido en boca de un tipo que haya cursado al menos “Economía I” pueda ser fruto de la equivocación y no de un acto deliberado de posicionamiento ideológico y seguramente también de una manera de ganarse la vida operando para algún patrón que luego de algún modo capitaliza esa mentira.
Cuando se pide devaluación, revaluación, aumento, suba, baja, o cualquier cosa que se pida, es lógico que alguien va a ganar y alguien va a perder si el pedido es concedido. Como decía el General “para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos”, así que en toda decisión que se tome, despreocúpense que a alguien le están doliendo, mientras algún otro siente caricias en sus gemelos.
Como decía antes, se podría escribir muchísimo al respecto, razón por la cual me concentraré en proporcionar algunos elementos solamente. Dos mitos fundamentales que tanto hacen sufrir a nuestro establishment y que tanta angustia nos hacen sentir en sus editoriales: “Brasil es un país industrial y nosotros dependemos de la soja” y “Ellos reciben inversión extranjera y en nosotros nadie confía, no somos serios!”, que como casi todo en economía son temas que se juntan, interactúan, se retroalimentan.
En primer lugar entonces, resulta necesario observar algunas cuestiones en relación a la industria brasilera.
Tener industria no significa ser industrializado, uno puede tener muchas chimeneas pero no pasar de ser un país factoría. Es decir, ser un país que por diferentes razones, como la presencia de una gruesa y barata mano de obra disponible, un abundante acceso a recursos naturales, una permeable clase política que vía favores facilite créditos y subsidios, ofrecer una legislación que haga ojos ciegos a la conformación de políticas monopólicas que permitan el festín sobre enormes mercados de consumo,  en fin, que justifique en definitiva la decisión de algún grupo económico de instalar una operatoria comercial con el fin de beneficiarse de estas condiciones.   
La enorme diferencia entre un país que se puede jactar de ver salir humo de las fábricas y uno que se debe avergonzar precisamente de tener que entre otras cosas fumarse ese humo, está en saber quién es el propietario de la tecnología que está operando dentro de ese galpón tan llamativo que vemos desde la ruta, quién detenta la patente del producto que se está fabricando con el sudor del compatriota ocupado a bajo salario en ese establecimiento y para quien son las utilidades que genera semejante boliche.
Sino como Estado, se corre el riesgo de estar proporcionando el trabajo barato de tu propio pueblo, las entrañas de tus suelos o el futuro de tus hijos y el que disfruta es un sueco que desde su iglú recibe tranquilo algunos dólares por cada camioncito que sale de tus fábricas o algún alemán que festeja cada tratamiento médico que en caras clínicas se realizan con sus inventos mágicos que garantizan la vida eterna.
Si vemos la situación de Brasil desde esta óptica, seguramente que mucho nos vamos a sorprender, y lejos vamos a estar de considerarlo un país industrial, es probable que veamos más una enorme factoría con miles de jugadores intentando esquilmar los recursos y el sudor de “nossos irmaos” y tal vez entonces sí, podamos entender un poco más los sucesos de las últimas semanas cuando todo parecía anunciar hasta hace pocos días que estábamos en presencia de una superpotencia emergente.
Para tener sólo una mínima idea de lo que estoy tratando de poner sobre la mesa los últimos registros de Patente de Invención a los que pude acceder del 2009 muestra a Brasil con 480 Patentes registradas, en cuanto China presenta 7.900 registros y EEUU, todavía a la cabeza, manda con 45.700.
Sola la Panasonic de Japón reporta más de 2000 registros con lo cual podemos entender perfectamente las enormes diferencias que todavía existen en términos de control de tecnología, componente esencial para determinar el valor agregado total de una economía.
Paises como Alemania, Suecia, Suiza, Corea de Sur, Inglaterra, Holanda, Francia, Inglaterra, son los que aparecen en una lista en la que Argentina tampoco dice presente es claro y en la que Brasil se ubica 25º pero tan lejos que solo la Microsoft americana o la Toyota japonesa registran el doble año tras año que nuestros socios llamados de “gigantes”. Tendríamos que reconsiderar entonces también el apodo de “gigantes” y ponernos a mirar mejor, si nos gustase envidiar, a quien tenerle celos para elegir mejor el espejo adonde reflejarnos. Países más chiquitos pero más estudiaditos hacen trabajar a los otros y sin hacer tanto ruidito viven tranquilitos de sus inventitos. Por eso me gusta tanto que los viajes de estudio sean a Tecnópolis y no a Bariloche, aunque debo reconocer que prefiero el beso en la boca en Grisú a ver girar el electrón alrededor del protón, pienso que para el país y una vez que yo ya fui a bariló,  es mejor que ahora pongamos a nuestros jóvenes a mirar los átomos y no las promotoras.
El otro tema que me ocupa hoy es el de las famosas inversiones extranjeras que tan abandonados nos tienen y tan bien lo tratan a Brasil. Creo que será un tema que va a dar mucho que hablar en los próximos meses, hoy acá nadie lo menciona, escuchamos hablar de la fuga de capitales en la Argentina, se olvidan de contarnos que sólo en el primer trimestre del año se fugaron 10.000 millones de dólares de Brasil, y que en remesas de utilidades de las empresas extranjeras, que nuestros socios no limitan como lo hacemos nosotros, es muy grande la sangría también.
Los capitales en un mundo sin oportunidades como el que le toco a Lula en su mandato vieron en Brasil un paraíso de oportunidades con tasas de rentabilidad poco probables en otras latitudes. No sólo los intereses recibidos sino la consecuente valorización que fue teniendo la moneda por el ingreso masivo de dólares al mercado garantizaban espectaculares negocios a quien ingresaba sin ningún tipo de restricción para disfrutar de las caricias de la tasa Selic (tasa de referencia del pago de intereses que fija el Comité de política Monetaria de Brasil). El carisma de un presidente obrero al que Obama no dudo en calificar como “My man”  aportó lo suyo también.
Hoy Brasil lleva dos años prácticamente sin crecimiento, hace 1 mes dicho comité decidió subir la tasa de interés a 8%, con el combate a la inflación como argumento, la economía sigue estancada, EEUU amaga modificar su política de tasas bajas y para completar a Dilma se le presentan problemas sociales sin precedentes al menos desde la época de Collor de Melo.
Son varias las señales que rápidamente Brasil debe dar al mundo para seguir brillando, algunas voces de dudas ya se hicieron escuchar y esos fondos son perversos, son los días de carnaval, cuando llegan a bailar y a vivir todo lo que has soñado pero el día que se acaba te quedás solo y golpeado.