miércoles, 8 de febrero de 2012

Asabiyyah



Recluido en mi cuarto como generalmente ocurre los domingos, dediqué hoy parte de mi tiempo a la lectura mientras esperaba la hora de la pizza con Coca Cola con la que tanto me gusta cerrar la dura jornada que generalmente arrastro del finde. 
En los diarios de todo un poco: William en Malvinas, 100 muertos en Salvador (Brasil) por “a greve da policia”, las trabas a las importaciones y obviamente Hugo Moyano y su distanciamiento de El Gobierno Nacional.
Cuánto quilombo con el camionero, cuántas ganas de que se vaya muestran algunos y cuánto poco contenido propositivo en cada mala nota que uno debe casi sin escapatoria leer.
Supongamos que el tipo sea malo y se va; ¿Cuánto ganamos si es Oscar Lescano el que está haciendo fuerza para echarlo? Ojo que a veces corrés al malo y el que viene te deja como palo de gallinero.
Porque pá’ sorpresas hay siempre. Sino preguntenle a los del establishment argentino que esperaban contentos cómo Paulo Skaf (Presidente de la Cámara de Industriales de Brasil), impondría esta semana medidas correctivas sobre nuestros funcionarios de economía por el cierre de importaciones y en la conferencia de prensa posterior a las reuniones se tuvieron que deglutir una declaración que jamás hubiesen imaginado por parte del paulista: “Lo único que pido es que podamos importar para nuestro país a Guillermo Moreno. Cómo necesitamos uno así en Brasil”. Jaja! Me hizo acordar a cuando Eduardo Duhalde se pasó su campaña hablando de su amistad con Inacio Lula y el metalúrgico le respondió diciendo que cambiaría su domicilio a Buenos Aires para votarla a Cristina Kirchner. Chistes aparte, continúo con el tema que hoy me ocupa: la cuestión sindical, el gobierno, lo sectorial y el criterio que debería imponerse en tiempo de descuento de las negociaciones.
Relojeando entre noticias y notas relacionadas con el tema fui dando por ejemplo con lo que está ocurriendo en nuestra Provincia de Santa Fe, en la que ya se empieza a hablar de números, porcentajes y cosas por el estilo. “Los maestros piden un 25%”, “Yo por menos del 20% ni me siento dijo Alberto Maguid”; etc, etc, etc.
Del otro lado nuestro Gobernador y su creativa respuesta: “Debemos subir necesariamente impuestos para crear un modelo más justo”.
Todos muy lúcidos e imaginativos como podemos apreciar nuestros dirigentes  —unos piden mucho para no perder el apoyo de sus afiliados, los otros suben impuestos para no arrancar con el pie torcido―. Así no me da la impresión que podamos contribuir de uno u otro lado al desarrollo de nuestra Patria.
Ya lo vimos en 2011, que en el afán de conservar quintitas la provincia otorgo un 30 % de aumento con el que retuvo el gobierno provincial al ganar las elecciones, pero junto a eso consagró también inédito déficit en sus cuentas y horrorosa performance en su Gobierno de “obra cero” y exorbitante gasto corriente. Los sindicalistas firmaron chochos y dieron a sus votantes motivos para mantenerlos al frente de los diferentes gremios también y como dijo Yuya: “Tudo mundo ta feliz”.
Los que no están felices son básicamente vastos sectores (30%?, 40%? en nuestra ciudad, Santa Fe) que por su nula capacidad de presión cuentan con muy pocas armas para defender sus posiciones, entonces los grupos dominantes de uno y otro lado reparten los buenos tiempos y relegan cada vez más a núcleos urbanos realmente importantes en número que al no contar con herramientas para defenderse, se deben bancar mayor exclusión todavía de la que naturalmente Dios, o el que haya decidido que nacieran donde nacieron, los ha condenado a soportar.
Estos compatriotas no solamente tendrán que soportar los incrementos de precios en que derivarán los aumentos solicitados sino que no recibirán una puta obra —léase agua potable por ejemplo, no yakuzzi ojo—, la provincia no tendrá un cobre para nada.
Hoy ya como sabemos, y a pesar de lo poco que se habla en los medios nacionales, grandes vendedores del tan exitoso “Modelo Santa Fe” todas las obras se encuentran paradas por falta de pago y lo poco que se recibe se paga el triple, pues los proveedores saben que cobran de acá a un año. Como entre los empresarios proveedores y contratistas del estado encontrar un pelotudo es más difícil que conocer un japonés rubio imagínense lo lindo que debemos andar pagando las cosas.
Quiero aclarar para que no se me vengan en banda mis amigos de centro izquierda que no es que con esto estoy obviando la inmensa cuota de responsabilidad de los dueños del capital en la concentración de poder y formatos excluyentes que podemos observar. No es así, la tengo más que en cuenta, sólo que hoy he dedicado estas líneas a los que teóricamente somos progresistas y deseamos una sociedad más justa. Digo: Si no nos podemos poner de acuerdo ni siquiera entre nosotros que le vamos a pedir responsabilidad social a una Sociedad Anónima con domicilio fiscal en Luxemburgo?
Hay que bajar un poco a tierra compañeros, porque si bien las cosas han mejorado notablemente, distamos mucho de ser Dinamarca. Acá hay muchísima gente que la está pasando muy mal pues ha quedado absolutamente afuera del reparto y no tienen quién los defienda. Todo el mundo se hace el desentendido de uno y otro lado y ni el nuevo ejército de 12.000 “superprogresistas” funcionarios munidos de Blackberries que ha incorporado el Socialismo —claro, esa gente no está en Facebook por eso no la conocen, qué boludo no me di cuenta— ni los sindicatos que no paran de lograr beneficios desde hace años para su gente, dedican algo aunque sea de poder para contribuir con aquellos que si están todavía lejísimo de una vida digna.
No quiero entrar en chicanas improductivas pero el despilfarro es más que elocuente ahora que se les ha pasado el susto del “que se vayan todos” y no se trata de “ajuste” lo que estoy pidiendo en estas líneas sino de una adecuada aplicación de recursos que nos permita vivir en un lugar más justo. Resulta ser que nuestros dirigentes aman sacarse fotos con filas de patrulleros recién comprados pero tienen cierta aversión, parecería a meter algún metro de caño de agua a cambio del algún u otro “Bora” que por ahí vemos dando vueltas tan al pedo. Como que el bienestar de la población no fuese a dar respuesta más sustentable a la seguridad que la bala o la cagada a palos: Half battery man!
Acá lo que se impone de uno y de otro lado es en definitiva un ejercicio responsable de solidaridad con los que hasta hoy por no pertenecer a ningún conglomerado protegido se encuentran cada vez más aislados y privados de cualquier oportunidad. Es inaceptable que no exista la visión patriótica y trascendente de limitar el apetito propio en virtud de objetivos de justicia y desarrollo equilibrado. No es limosna. Como dice Eduardo Galeano por ahí: “La caridad es humillante por que se ejerce verticalmente y desde arriba, la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”.
Noto nuestros dirigentes tanto políticos como sindicales demasiado ensimismados en sus quintas y en sus peceras, sólo pescan allí adentro. Más impuestos para armar nuestro aparato, bancar nuestras campañas, salvar nuestros gobiernos. Más beneficios para nuestros afiliados porque si bajamos ahora las expectativas se pudre todo.
Es probable que sea utópico en mi deseo, pero los sectores que hoy caminan dentro de la formalidad es mucho lo que han avanzado en comparación con aquellos que han quedado como se suele decir “fuera del sistema”, pero sin embargo parece casi imposible que los sectores formales dispongan alguna vez el uso de poder propio en beneficio de terceros desprotegidos.
Como ya he observado algunas otras veces en mis post evidentemente soy un colgado que llega siempre tarde a identificar  temas que a otros hace ya  bastante les llamó la atención.
Esta cuestión de la solidaridad se ve que a más que uno le hizo gastar un par de biromes en este mundo y hace ya unos cuántos años. En el ámbito de la sociología por ejemplo, la solidaridad se refiere al sentimiento de unidad basado en metas o en intereses comunes.
La cuestión que uno encuentra cuando indaga un poco en el tema es como se ejerce esa solidaridad y con qué fines. Si el compromiso entre individuos o grupos deriva en relaciones reciprocas y abiertas en donde el intercambio cohesiona la sociedad y la desarrolla en su conjunto. Lo que Emile Durkheim definía como “Solidaridad orgánica” y distinguía como propia de sociedades avanzadas.
Lo que por ahí no me queda claro es qué ocurre con aquellos grupos o individuos a los que las sociedades modernas no le asignan juego o función. Parecería entonces que al que no le encontramos función le soltamos la mano: ¿Es eso lo que está pasando?
Me llamó también la atención en mi lectura de hoy que en 1350 Ibn Jaldún, de Túnez con origen Andaluz, el compadre —y tal vez esperando la pizza como yo esta noche— llegó al concepto de “Asabiyyah” que refiere también a la solidaridad social describiéndola como vínculo fundamental de la sociedad humana pero dando mayor presencia a la cuestión de grupo.
Por tal razón tal vocablo hoy se lo encuentra asociado a conceptos negativos como el “clanismo” o “tribalismo”, que inducen a conceptos sectarios o nacionalistas y porque no corporativistas más propios de sociedades atrasadas al estilo de la “Solidaridad mecánica” de Durkheim.
Evidentemente, más allá del autor o de la teoría, la conformación de lazos sociales, grupos, modos en que actúan los grupos y como fijan sus metas o definen sus intereses son parámetros usados para definir el grado de desarrollo en que se encuentra una sociedad.
Por otro lado, en lo que parecería haber también acuerdo es que aquellas sociedades en que los grupos son más cerrados y sólo miran su ombligo son aquellas que mayor grado de atraso presentan.
Lamentablemente es lo que leí hoy, disculpen la bud news.