miércoles, 10 de agosto de 2011

APRENDIENDO A MENTIR I


Es realmente muy difícil de explicar por qué una sociedad como la nuestra después de haber vivido todo lo que se vivió hasta la llegada del actual gobierno, no defienda con uñas y dientes lo logrado. Es raro, algo loco de explicar situaciones como la de mi madre, que percibiendo hoy una jubilación con la que nunca soñó, se queje livianamente sólo de la “soberbia” de Cristina.

Tengo amigos inclusive que evalúan partir hacia lo desconocido por razones como la “falta de institucionalidad”, “la seguridad” o cosas por el estilo, que en ningún momento se cuantifican o comparan, pero que sí se escuchan a diario ciento de miles de veces.

Como creo estar en el sector medio de la sociedad, al que todo el mundo cree pertenecer, siempre identifico esto con una característica de clase y he reprochado otras tantas innumerables veces (en mi blog y en mi vida diaria) ese comportamiento casi masoquista de no disfrutar del buen momento y estar permanentemente reclamando con una insatisfacción realmente inadecuada para los momentos que corren. Ni hablar, si en comparación, observamos la situación de históricas grandes potencias, hoy debatiéndose entre atentados de 'locos de derecha', incendiarios inmigrantes postergados, indignados hijos del estado de bienestar venido a menos y formaciones sociales que se les ocurra, todas ellas con una inmensa pared en sus narices, sensación angustiante de falta de perspectiva y de futuro. Sin medir si es tan así o no, lo cierto es que se percibe que de ese modo lo están sintiendo, mientras por estas latitudes si vemos luz en el horizonte, si notamos que la cosa está mejor, sin embargo muchos de mis pares piden cambios: -¿Y entonces?



Quiero aclarar que no me siento original o me adjudico ser 'el descubridor' de todo esto. Críticas a este comportamiento de la clase media argentina escucho a diario. No, no, de eso no se trata, parto de esta conducta como fato, y esto intenta ser más bien una búsqueda del por qué de la misma.

La Presidente de la Nación y los miembros del Gobierno, por ejemplo, diariamente exponen los logros de la gestión, sin embargo hay vastos sectores de nuestra Clase Media que ni se inmutan con el discurso.

No les interesa ni los números del país ni la distribución ni la asignación universal ni si pagamos la deuda ni nada.

Esos sectores —es una observación de la realidad y no valoración lo que sigue— están ciegos y asienten cada crítica que esparsa el Canal TN a la falta de seguridad y a la crispación que provoca el kirchnerismo.

¿Pero por qué a una persona le puede llegar a interesar más que a algún vago le hayan pegado un tiro en La Matanza que que a él le vaya mil veces mejor en su negocio como le está yendo ahora?, ¿tan solidarios somos?

Obviamente no. Si en este país cuando hubo cacerolazos no los hizo la pobre gente que hacinada en las villas vivía peor que animales sino que fueron las coquetas señoras de Capital Federal por que le habían retenido los ahorros en épocas que tener ahorros era más raro que Buda con flequillo.

Yo nunca ví a un gringo de Venado Tuerto angustiarse tanto por la situación de los puesteros de las grandes estancias del Norte argentino que viven todavía como en La Forestal, sin embargo cuando le quisieron comer un 10 % más de lo que rendía su sojita nos cruzaron las Toyotas hasta en la entrada de los telos; -¿Entonces?

Interesado por estos temas como soy, hace varios días vengo leyendo y buscando un poco entender algo de esta supuesta contradicción de la que tanto se habla. Del comportamiento del grupo al que pertenezco.

Escúchense esta: “Si queremos motivar a las personas que tenemos a nuestro alrededor debemos buscar qué necesidades tienen satisfechas e intentar facilitar la consecución del escalón inmediatamente superior”.

Tipo así:

ÉL: “¿Estás saliendo con alguien?”

ELLA: Sí, qué sé yo, ni sé bien qué es.

Si lo dijo con cara de insatisfacción de la situación tu respuesta debería ir por: “Si, bueno yo estaba igual, pero la verdad que corté. No me llena, quiero empezar a construir algo, tener cierta estabilidad”. Ganás seguro.

Si lo dijo contenta con cara de estar gustando del rock intentá con: “Es la mejor!, sin atosigamiento”. Y si te animás proponé fiestita. Por ahí…

Bueno, el Señor dueño de la frase en cuestión, de quien obviamente no me chorié los ejemplos, se llamaba Abraham Maslow y se le dio como casi todos deben saber por formatear una pirámide sobre las jerarquías de las necesidades que el ser humano busca satisfacer.

Incluye en la base de su figura a las de carácter fisiológico o básicas. Es decir la alimentación, la salud, la casa habitación. Si todas estas necesidades están cubiertas pasa a un segundo nivel pero si algunas de éstas no se encuentran solucionadas cualquier otro deseo o pretensión pasa a un plano secundario.

La teoría dice que una vez cubiertas las primarias las siguientes son las de seguridad. La seguridad se convierte entonces en el objetivo de prioridad sobre los otros. La sociedad debería tender a proporcionarle esta seguridad a sus miembros.

En un tercer nivel se ubican las sociales que guardan vinculación con la forma de relacionarse entre los individuos: por ejemplo; las buenas relaciones, la alegría, el amor.

Ahora bien, hay una trampita en esto que hasta ahora parece fácil: El tema es que el individuo bajo determinadas circunstancias es capaz de arriesgar la satisfacción de sus necesidades más básicas por la amenaza de peligro agudo a sus deseos sociales y de seguridad.

Así por ejemplo en casos de guerra o de persecuciones raciales el individuo deja su casa, sus pertenencias, su trabajo y sale de su país a zonas que le sean más amigables en términos sociales y de seguridad aunque no tengan en nada garantizadas sus necesidades básicas.

Se ve que estos muchachitos como Jaime Durán Barba, Héctor Horacio Magnetto y Cía. han estudiado mucho mejor “Administración III” que yo, y se lo gravaron a Maslow cosa que yo no hice hasta releerlo de casualidad ayer.

La estrategia es entonces aumentar al máximo posible los temores de seguridad y sociales de tal manera que nosotros estemos hasta dispuestos a minimizar todos los logros que hemos tenido en estos años que nos permiten cubrir nuestras necesidades. No pensar en el trabajo que logramos, en lo que se progresó, en como está el país en general.

Buscan con globos amarillos, bailes y cálidos abrazos transmitir una imagen social alegre, amigable, segura. Al tiempo que no dejan de acusar al gobierno de “dividir” y “enfrentar”. Mientras tanto las imágenes de TV muestran choreo, invasión de tierras, quemada de trenes que se produzca o sea producida y todo aquello feo que encuentren para atormentar.

Piensan que así tal vez nos lleven a arriesgar lo que ya tenemos y partir a lo que no sabemos. Es así que confunden a nuestra Clase Media y de ahí el comportamiento que me he propuesto explicar.

Son buenos, pero esta vez yo también me la aprendí y me la gravé; no es “Administración III”, es “Aprendiendo a mentir I”.