jueves, 13 de mayo de 2010

Pacto Germano-Soviético‏


El 23 de agosto de 1939 los ministros de relaciones exteriores de la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin definieron en un tratado de no agresión entre ambos estados el reparto de gran parte de Europa, poniendo de esta manera en tiempo de descuento el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Ribbentrop se garantizaba las condiciones para desatar el accionar nazi sobre Polonia primero y luego Holanda, Bélgica, Francia e Inglaterra y Molotov daría a su país el tiempo necesario para recomponer su ejercito diezmado por las Purgas del 37.

No había amor entre ellos, solo la necesidad del tiempo para acomodar las fichas y prepararse para una nueva mano.

Fue así como a pesar de los 10 años de duración previstos en el famoso acuerdo, ya en el 41 Hitler se lanza en su napoleónica aventura contra Rusia y termina con la armónica fachada para dar cara visible a los verdaderos enemigos…

Los fuertes inviernos, y la resistencia rusa, fueron demasiado para los alemanes, comenzando de alguna manera a sellar su suerte en la historia.

Los pactos son en definitiva relaciones basadas en “intereses-temores” más que en afinidades y mucho más aun cuando su espíritu esta dado por la “no agresión” y no por la “construcción conjunta”. Es así entonces que cuando la ecuación “interés-temor” cambia, o al menos algunas de las partes interpreta que se ha modificado, el pacto se rompe y se desata el conflicto subyacente.

El 26 de mayo del 2003, un poco mas cerca en el tiempo, el hasta entonces desconocido Néstor Kirchner asume la presidencia de la Argentina, pero imagino que antes de esto el santacruceño algo había leído de la historia de la Segunda Gran Guerra.

Habrá evaluado sus fortalezas, incorporado sus debilidades y como consecuencia de ello sellado los “pactos de no agresión” necesarios como para, una vez más, ganar el tiempo que necesitaba para consolidarse.

Habrá leído tal vez el pingüino algo de historia argentina también, habrá temido por la suerte corrida por el ex presidente Raúl Alfonsín por ejemplo, quien inclusive habiendo partido de una situación económica y de apoyo popular y poder sustancialmente diferente - tal vez por cierto también una debilidad institucional mayor – no logró capitalizar ninguna de todas las batallas que libró y acabo cediendo a su enemigo una y otra vez. Por supuesto la contribución a la consolidación de la democracia no es un logro menor del caudillo radical, pero robando sus históricas palabras, esto tiene que servir para morfar educar y curar también.

El accionar kirchnerista parecería tener un antes y después de las elecciones del 2007, cuando el 28 de octubre de ese año Cristina Fernández se alzó con el 46 % de los votos, con una tremenda imagen pública positiva y una situación económica bastante diferente de la que habían recibido. Algunas batallas ya se habían librado con éxito a esa altura, como la renegociación de la deuda externa y la consolidación de un esquema de poder propio dejando atrás la imagen de “títeres de Duhalde” con la que se había llegado, por nombrar dos fundamentales nomás, lo que puede haber sido interpretado desde el sector oficial, como el cambio de la ecuación de “intereses y temores” de la que les hablaba antes.

El panorama de una situación internacional extremadamente favorable –lo que aseguraba “Money”-, el apoyo del sector sindical y los 4 años por delante para emprender la lucha habrán pesado también y probablemente en el Calafate comiendo un corderito con salsa de miel y mostaza mediante, en reunión de generales, la decisión haya sido tomada bajo el reparo de este nuevo contexto: “Partamos para Moscú…”

Se fue entonces por las rentas excepcionales, los fondos de pensión, los monopolios de información y algunas compañías, como aerolíneas, del viejo gran estado argentino. Se continuo con el castigo a los sectores castrenses, enjuiciamiento y cárcel a torturadores y expropiadores…

Ayyyyyyy, es duro irse a Moscu…

En junio del 2009 se debió parar la marcha, fue invierno también como el que sufrió el ejército alemán, pero esta vez no el frío sino unas elecciones legislativas imponían parar la tropa, frenar el accionar y recontar porotos…
La evaluación fue rápida, las conclusiones inmediatas y el accionar fijado por la voz de mando automático:

“Golpes hemos sufrido, algunos soldados hemos perdido, pero bastante se ha avanzado, el enemigo no esta organizado y el pronóstico del tiempo es bueno, dos días de descanso para todo el mundo y el lunes a las 7 a seguir caminando”

Y así fue nomás…se siguió caminando durante meses a los tumbos y contra todas las adversidades, se resistió, y hoy el sol ya parecería de nuevo asomar…
Del “estos no terminan el mandato” se esta pasando al “y…va a volver a ganar Kirchner, si no hay nada mas”.

El ejército contrario sigue sin organizarse, las batallas se siguen ganando y las bajas sufridas parecerían comenzar a recuperarse.
Un impresionante despliegue ejecutivo, una amorfa oposición y un panorama económico más que alentador para el año y medio restante parecerían ser prometedoras señales que empiezan a dar la razón a la decisión de haber quebrado los pactos en el momento que se lo hizo.

Esta vez no es Hitler, sino un un ejército nacional y popular, de la mano de Kirchner o no, el que demostrará que la Argentina es realmente diferente en América Latina, que la herencia del General sigue viva y que no irá a sucumbir ante los manotazos desesperados de una derecha que ya hace estragos en nuestros países vecinos. No vamos a un Serra como Brasil, no vamos a un Piñera como Chile. Que se abstengan los Macri, los Cobos o los De Narváez que el pueblo argentino tiene total conciencia que con errores y todo, muchos seguramente, este ciclo debe representar el piso desde donde construir un país diferente en tiempos de tantas oportunidades. Por algo los nazis no llegaron, por algo el pueblo si va a llegar, a Moscú compañeros lo tenemos ahí cerquita…

Viva la patria carajo!